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Foto del escritorJorge Luis Bazán

¿Al otro lado del río y sin puente?

Aunque pocas personas son conscientes, Lima está dividida en dos partes por su más característico, histórico y necesario río: El Rímac. Mientras, digamos el lado A tiene sus más turísticos y comerciales distritos, al otro lado del río, en B se concentra la mayor cantidad de personas de la ciudad (la cuenta exacta es fácil de obtener haciendo la suma de las poblaciones de estos distritos).


En las muchas vidas llevadas en Lima, yo viví en ambos lados de la ciudad y entonces me percaté que para ir del lado B al A, existían pocos puentes para cruzar el río. Es decir, la mayoría de ciudadanos de Lima necesitan ir del lado B al lado A por estudios , por trabajo o por cosas administrativaso simplemente por turismo, pero también necesitan regresar.


Cuando llegué a Lima, en 1986, existían los principales puentes de Abancay, Tacna, Ejército, Dueñas y Faucett, a los que se unieron luego el de la Universitaria y el llamado Puente Nuevo. Entonces, por 7 puentes de un carril de ida y otro de vuelta, la ciudad se moviliza de ida al lado A por las mañanas y de vuelta al lado B por las noches. Así ocurre, aunque la ciudad A lo ignore consciente o inconscientemente.


Fui testigo en numerosas ocasiones del tránsito en forma de catástrofe cuando alguno de estos no muy largos carriles en los puentes se paraba por reparación, por un simple carro malogrado o por accidentes.


Siempre me he preguntado, intrigado, no se dan cuenta que se necesita más puentes, que se necesita puentes a diferentes niveles?

Esto es sencillo, el número de personas que puede cruzar al otro lado del río (en buses o carros) se puede estimar definiendo un horario y usando la longitud de estos puentes.


Sin ir muy lejos toda Sudamérica está llena de vías a diferentes niveles y de grandes longitudes sin que exista la necesidad que señalamos, la necesidad de una inmensa mayoría de cruzar el puente para ir al otro lado del río.


Pero claro, cuando en una ciudad de la dimensión de Lima, cuando uno se entera que uno de sus puentes más nuevos colapsa y hay meses de demora para la instalación de uno provisional, uno no puede evitar una sensación equivalente a la que podemos apreciar en la formidable canción ganadora del oscar, Al otro lado del río de Jorge Drexler.


Está canción, de una historia, libro y película formidable "Diarios de Motocicleta" basada en la vida de Ernesto Che Guevara, nos recuerda de paso a nuestra Sudamérica idealizada en sus miles de kilómetros de recorrido. Vivencia que guardo con entrañable emoción, de mis viajes de bus. Pero eso es parte de otra historia.



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